Bosque para un sueño
Con los paisajistas de la escuela de Barbizón primero y con los impresionistas más tarde, dio comienzo la deshumanización en el arte, entendiendo como deshumanización la ausencia de personas, de figuras humanas en la superficie del lienzo. El propio paisaje se convirtió así en el motivo único de representación, pasando de actuar como fondo de una escena, a ser protagonista exclusivo de la misma. Desde entonces, muchos artistas siguieron esta senda y se adentraron en ella desde los más diversos estilos.
Aquí es donde descubrimos a Milagros Morán, explorando las posibilidades d una temática tan evocadora. Caminos que conducen a lugares ignotos, transitados por una ausencia consciente de individuos. En el paisaje de estas obras, no hay gente, las personas que aparecen en ellas, están de este lado, somos las que contemplamos los cuadros como mudos testigos atónitos por lo que ocurre en la tela, extraviados en medio de tanto bosque.
Troncos que semejan torres de ilusión, que provocan hechizos en nuestro espíritu, paisajes para suscitar estados de ánimo, sensaciones transmutadas de atmósferas llenas de misterio, parajes solitarios que respiran una quietud espiritual de paz y sosiego. Milagros tienen esa particularidad, y sabe transmitirla con delicadeza a sus obras.
En el lienzo, surgen por todas partes espacios de tela que parece que la autora olvidó cubrir, zonas donde asoma el blanco del paño que con las prisas quedaron sin pintura. Nada más lejos de la realidad, esos aparentes descuidos están ahí para comunicar frescura y prontitud, y tienen ese punto de chispa, de gracia, que son los que marcan el estilo de esta artista. Un modo de hacer peculiar, innato en su acertada forma de trabajar.
Óleos resueltos empleando exclusivamente la técnica de la espátula, que en las manos de Milagros, semeja un instrumento tan conciso como un bisturí en un quirófano. Utilizando gamas sosegadas de color para producir harmonía en la obra y en el espectador. Un uso contenido y estudiado de las tonalidades, con un empleo intencionado de pocos recursos para comunicar la grandiosidad de una naturaleza en equilibrio, sobria. Y como resultado de esto, la sencillez y la ternura que emiten estas obras, una vegetación trabajada con esmero, que semeja estar ahí dispuesta para nuestro deleite.
Guillermo Pedrosa